Desvalijada
dentro solo queda la pequeña de 8 años
con el sexo cerrado de una Nancy.
Yo le arranque las pestañas, los pelos, las piernas.
Fui yo y no otra ni otro. La niña.
Sentada sobre una montaña de agujas
-sagrado corazón confía en mis heridas-
no se le puede echar la culpa de nada
aunque se cuelgue del cuello del primero que pase